Por Orlando Agüero (militante popular integrante del Frente Darío Santillán)
El pueblo trabajador de nuestro país transita por momentos sumamente difíciles en
términos de representatividad política, sindical e ideológica.
Los ciclos que venimos experimentando dan cuenta de la existencia histórica de
momentos de alzas en las luchas y derechos para los trabajadores y las trabajadoras, como así
también de espacios temporales en donde el retroceso de las conquistas se instalan de tal manera
que demandan fuertes resistencias por parte de los sectores populares.
Así fue como en el siglo veinte y hasta la actualidad hemos asistido a la formación de
diversos movimientos de trabajadores que modificaron el escenario de la política.
Sin embargo, esos momentos históricos en donde la clase trabajadora y el pueblo avanzó
en la recuperación de derechos laborales, productivos y humanos, mostraron al mismo tiempo
las profundas limitaciones que padecemos como pueblo.
Sin dudas esto se enmarca en la incapacidad de generar una herramienta popular que se
erija como la verdadera alternativa política en el camino de sostener una línea de crecimiento en
favor del pueblo para terminar con la explotación y el yugo capitalista.
No obstante y muy a pesar de este análisis crítico sobre las limitaciones como pueblo,
sabemos que contamos con un importadísimo catálogo de cualidades y capacidades en el terreno
popular, que nos dejan claras expectativas de construir en la Argentina esa herramienta aún
faltante.
La últimas décadas.
Si observamos las décadas pasadas, podemos advertir que los ciclos abiertos desde los
’70 hasta hoy, aún permanecen sin resolución favorable a la gran mayoría del pueblo argentino.
La lucha por el Socialismo y la Patria Liberada, la Dictadura Militar, el neo-liberalismo de
los ’90 y el estallido popular del 2001, a pesar de los valiosos esfuerzos desarrollados desde
diferentes sectores de la vida nacional, continúan abiertos a la espera de la gran unidad que
derrote a la reacción del capital y los intereses del imperialismo.
Podemos también decir que lo que nos sucede a nosotros como pueblo está enmarcado
por un contexto internacional que fagocita la proliferación del pensamiento de derecha como
elemento cultural a vencer.
Es decir que el triunfo del macrismo en nuestro país se saluda con la mano derecha con
los intereses que vienen sacudiendo a los progresismos latinoamericanos. Este dato es de suma
importancia para pensar una salida popular al problema planteado en nuestro continente.
Es por eso que la construcción de la alternativa que vaya resolviendo los ciclos abiertos,
debe contar con fuertes lazos políticos, económicos y culturales con los pueblos de nuestro
continente, en el marco de un ordenamiento internacional que permita la independencia de los
centros del poder económico.
Lo cierto es que propuestas siempre existen.
En la actualidad la idea de la formación de un Frente Ciudadano, emitida por la ex
presidenta Cristina Fernández de Kirchner toma cuerpo en un sector muy determinado de la
militancia. Incluso podríamos pensar que casi compite con la idea de transversalidad con la que
Néstor Kirchner construyó el piso que marcó el curso de los doce años de gobierno kirchnerista.
De todos modos aparece esta propuesta en el escenario político con la fuerza de muchos años
de gobierno, desde la oposición y ante el vacío en esta materia.
Con qué modelo productivo.
Hoy las posibilidades concretas para la construcción de una verdadera alternativa política
para el pueblo se encuentran en otros lugares.
Esos espacios los podemos hallar en la fuerte decisión de como y para quienes gobernar.
Con qué modelo productivo se debe desarrollar una estrategia de poder. Aquí se entabla un
problema central, que tiene que ver con abandonar el modelo extractivista de los bienes
naturales y el monocultivo.
Estas formas la han desarrollado sin diferencias tanto el gobierno anterior como el actual.
No solo que estas políticas degradan la tierra y la calidad de vida del ambiente, sino que han
atentado históricamente en contra del desarrollo de las potencialidades multifacéticas que
poseen las economías regionales a nivel productivo, turístico y cultural.
Es así que con esa fortaleza del perfil político, poniendo a los sectores que desde siempre
se han enriquecido a costas del pueblo trabajador, a pagar las consecuencias de las distintas
políticas de ajuste, para que podamos realizar en serio una correcta redistribución de la riqueza
en favor de las mayorías populares.
Con que sectores construir.
La clase trabajadora que lucha permanentemente por dar un pasito más hacia adelante
en la lucha de clases, el movimiento popular encarnado en las organizaciones sociales que
empoderan al pueblo desde los barrios, el movimiento estudiantil que pelea y cuestiona el
sistema de enseñanza y defiende la educación pública y gratuita, los campesinos y campesinas
pobres, que trabajan la tierra fuera de los circuitos que forman los laboratorios de agrotóxicos y
semillas transgénicas, los luchadores y luchadoras por los derechos humanos, los productores
autónomos y autogestionados que fabrican sin la fiscalización de las cámaras empresarias y se
representan en las fábricas recuperadas, son los sectores que en forma imprescindible deben
formar parte de una nueva alternativa política y popular en nuestro país.
La concurrencia de estos actores políticos de la Argentina para la formación de una
alternativa seria, son la clave para cerrar esos ciclos pasados y abiertos, para redistribuir
correctamente las riquezas, modelar nuevamente el mapa de las economías regionales, terminar
con el flagelo de la pobreza y para poner de pie de una vez por todas y para siempre a nuestro
querido y joven pueblo trabajador.