El fin de una ilusión o el comienzo de una nueva lucha

Por Eduardo Ibarra

Ayer a la noche los distintos medios informativos daban cuenta del arresto de Jesús Santrich, unos de los dirigentes de las FARC y actual diputado electo por el partido homónimo a las siglas de la antigua guerrilla.

Con un pedido de captura por parte del poder judicial y la DEA de EEUU, las fuerzas de seguridad del Estado de Colombia procedieron al allanamiento y detención de Santrich y otros compañeros que se encontraban presentes en su domicilio del departamento de Cundinamarca, municipio de Bogotá, por orden de la fiscalía, con la acusación de ser quien facilitaría la venta de mil kilos de cocaína a otros individuos para el contrabando a EEUU. Este acuerdo fue precedido por la entrega, por parte del supuesto grupo de Santrich, de cinco kilos del estupefaciente en un vestíbulo de un hotel de Bogotá (no especificado), para comprobar su calidad. Hasta aquí el relato oficial

El presidente de Colombia, el derechista Juan Manuel Santos, junto con el fiscal general de la Nación, salieron hoy a dar una conferencia de prensa respaldando la detención y anticipando que obedecerán al poder imperialista yanqui, dentro del acuerdo firmado entre ambos países que posibilita la extradición a las cárceles norteamericanas de los acusados del delito de narcotráfico.

Por su parte el Partido de las FARC también realizaron una rueda de prensa donde condenan la detención del ex comandante guerrillero y diputado electo, dejando en claro que es un hecho injustificado que tiende a socavar los acuerdos de paz firmados entre la insurgencia y el gobierno, pidiendo además la inmediata liberación de Santrich.

Este hecho que trata de ser presentado dentro del ámbito del delito y como una cuestión técnico jurídica, responde a la historia de la conformación del poder político dentro de una estructura de capitalismo regional a medida de las necesidades geopolíticas, geoestratégicas y económicas de la burguesía imperialista yanqui.

No podemos dejar de mencionar, ante un nuevo aniversario del asesinato de Gaitán, como las clases dominantes disputaron el poder y sometieron al pueblo a la explotación conjuradas con las masacres sistemáticas.

Este asesinato que dio origen al bogotazo y a la conformación de la guerrilla en Colombia, todavía sigue abierto a pesar de la rendición de las FARC frente al poder inmenso de la aviación y la tecnología bélica dirigidas desde las bases norteamericanas.

Hasta el momento el acuerdo de paz–rendición ha dejado un triste saldo para el pueblo colombiano. Desde que se entregaron las armas han sido ejecutados impunemente varios combatientes guerrilleros sin que hasta la fecha hayan sido condenados los verdugos. También el asesinato de líderes campesinos y activistas sociales han aumentado sin que el gobierno tome los casos como crímenes de Estado y de violación a los derechos humanos.

Otra de las consecuencias nefastas del acuerdo de paz, es el avance de grupos paramilitares en los viejos bastiones territoriales de la guerrilla, lo cual ha incrementado los crímenes y demás delitos. Cabe destacar que los grupos paramilitares son fuerzas al servicio de la burguesía colombiana amparados por el Estado y sus fuerzas armadas.

Al plebiscitarse los acuerdos firmados en la Habana la derecha pudo torcer la votación por medio de la propaganda comunicacional, la acción psicológica y la dominación de los patrones territoriales hacia las clases sometidas. Por lo que las FARC quedaron en una posición de desventaja y sin que se cumpliera lo pactado.

Si bien en las elecciones legislativas el índice de votantes de las FARC fue escaso, también hay que remarcar que conseguir diez escaños no es poco frente a una clase dominante sanguinaria que no acepta la más mínima reforma a favor del pueblo. También no es menos importante que la derecha recalcitrante haya disminuido la cantidad de sufragio, cuyo referente máximo es el jefe encubierto del paramilitarismo, Alvaro Uribe.

A su vez el arresto de Santrich deja en mayor debilidad al bloque parlamentario de las FARC ya que no podrían reponer a nadie en su lugar, por lo que se quedarían con 9 curules.

Otro aspecto más que importante es el nuevo mapa político que se viene tejiendo desde fines del 2010, donde el imperialismo transformó su doctrina de seguridad nacional, comandadas por las distintas dictaduras cívico militares de América Latina, con una nueva doctrina enmarcada en instituciones estatales y con una fuerte acción psicológica de los medios ideológicos de comunicación.

Tampoco la situación en Colombia puede entenderse sin analizar la presencia de bases yanquis como factor de intervención en la región, así como los hechos sucedidos desde la asunción de gobiernos progresistas y populistas entre los que se destacan:

  1. La destitución de Fernando Lugo en Paraguay (2012)

  2. El golpe de Estado y arresto de Zelaya en Honduras (2009)

  3. La sublevación de la policía ecuatoriana con la intención de asesinar a Rafael Correa (2010)

  4. Levantamiento secesionista de la burguesía boliviana en la zona rica de la Media Luna (2006) para derrocar a Evo Morales.

  5. Levantamientos armados, infiltración de paramilitares, sabotajes, guerras económicas, actos terroristas, durante todos los gobiernos de Chávez y de Maduro.

  6. Endurecimiento de las relaciones con Cuba a partir de la gestión del histriónico Trump

  7. Destitución de Dilma Rousseff (2016) y el reciente encarcelamiento de Lula.

  8. Los presos políticos, la estigmatización mediática a los opositores y la violencia hacia los sectores populares por parte del Gobierno de Macri (desde el 2015)

  9. La activación de la cuarta flota norteamericana.

  10. La manipulación de los organismos internacionales gubernamentales para socavar a los distintos gobiernos populares o de izquierda dentro del ámbito de las Relaciones Internacionales.

  11. La utilización de las ong como instrumento de penetración del imperialismo

La situación de Colombia es demasiado compleja para analizarla en una simple nota, pero los interrogantes siguen abiertos al igual que la situación de los campesinos y trabadores, que dio inicio a la violencia. Violencia e injusticias que no han terminado.

Los interrogantes están abiertos: como las cuestiones negociaciones con el ELN y la incógnita de por qué no se actuó en conjunto entre ambas guerrillas. Por qué los presos siguen en las tortuosas cárceles colombianas. Qué pasa con el compañero Simón Trinidad secuestrado por el imperialismo yanqui y retenido en sus prisiones. De qué forma se piensa revertir el sometimiento del pueblo colombiano. Y cómo se va a desmantelar el aparato represivo y las bases norteamericanas. Las FARC caerán en la misma trampa en que cayeron otros grupos guerrilleros (como el M19), los cuales fueron aniquilados una vez integrados a la vida civil.

Si podemos sacar algo en conclusión es que no hubo cambio de época sino una etapa reformista que se vivió en conjunto en América Latina, como en los 70s los gobiernos con improntas de izquierda, los 80s con gobiernos militares, los 90s con la hegemonía del consenso de Washington y la segunda década post populismo del 2000 con la nueva derecha democrática formal.

Tomando las experiencias pasadas podemos citar a un agente de la CIA, que al ser entrevistado después de voltear al Gobierno de la Unidad Popular en Chile dijo en un reportaje: Allende no leyó a Lenin, las clases sociales no se suicidan.

 

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