VICTOR JARA, LAS MANOS DE UN PUEBLO

Por Pablo Stasiuk—-

En el sur de Chile, rodeado de la soledad del campo y la tierra, y con la música de fondo que le ponía Amanda, fue a nacer uno de los poetas y músicos más comprometido con la lucha por terminar con éste sistema.

En la provincia de Ñuble el 28 de septiembre de 1932 nacía Víctor Lidio Jara Martínez…el gran VICTOR JARA.

Hijo de Manuel, trabajador del campo y de Amanda, que mezclaba los quehaceres de una casa humilde con la música, Víctor Jara mostraba de pequeño su pasión por la música y la poesía. Después del abandono de su padre, Amanda y sus hijos se fueron a vivir a Santiago, a la población de Los Nogales, pero al poco tiempo los 5 hermanos quedaron huérfanos. Víctor comenzó entonces a trabajar en una fábrica de muebles del padre de unos compañeros de escuela y terminó, por consejo de un sacerdote, ingresando en un seminario católico.

LUCHÍN

Frágil como un volantín

En los techos de Barrancas

Jugaba el niño Luchín

Con sus manitos moradas

Con la pelota de trapo,

Con el gato y con el perro,

El caballo lo miraba…

En el agua de sus ojos

Se bañaba el verde claro,

Gateaba a su corta edad

Con el potito embarrado,

Con la pelota de trapo,

Con el gato y con el perro,

El caballo lo miraba…

El caballo era otro juego

En aquel pequeño espacio

Y al animal parecía

Le gustaba ese trabajo,

Con la pelota de trapo,

Con el gato y con el perro,

Y con Luchito mojado…

Si hay niños como Luchín

Que comen tierra y gusanos

Abramos todas las jaulas

Pa’que vuelen como pájaros,

Con la pelota de trapo,

Con el gato y con el perro,

Y también con el caballo.

Después de hacer el servicio militar entra en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile y ahí tiene su primer contacto con Violeta Parra, que se convirtió en su guía. En 1968 se convierte en director artístico de Quilapayún, a la vez que desarrollaba su carrera de cantante trovador. Ingresado en las filas de las Juventudes Comunistas de Chile abraza la causa de Salvador Allende como candidato a presidente y juega un papel importantísimo en la campaña que llevaría a la Unidad Popular a ganar las elecciones.

Para principios de la década del 70, Víctor Jara ya se había convertido en uno de los máximos exponentes de la música chilena y latinoamericana, con una poesía cargada de ideología y que contaba simplemente la explotación y marginación a la que eran sometidos los campesinos y los trabajadores de nuestro continente.

Con una poesía bellísima y directa y una música que rescataba el origen del folklore chileno, Víctor se convirtió en un artista totalmente comprometido con las luchas de su pueblo.

PLEGARIA A UN LABRADOR

Levántate y mira la montaña

De donde viene el viento, el sol y el agua

Tú que manejas el curso de los ríos

Tú que sembraste el vuelo de tu alma

Levántate y mírate las manos

Para crecer, estréchala a tu hermano

Juntos iremos unidos en la sangre

Hoy es el tiempo que puede ser mañana

Líbranos de aquel que nos domina

En la miseria tráenos tu reino de justicia

E igualdad sopla como el viento la flor de la quebrada

Limpia como el fuego el cañón de mi fusil

Hágase por fin la voluntad aquí en la tierra

Danos tu fuerza y tu valor al combatir

Sopla como el viento la flor de la quebrada

Limpia como el fuego el cañón de mi fusil

Levántate y mírate las manos

Para crecer, estréchala a tu hermano

Juntos iremos unidos en la sangre

Ahora en la hora de nuestra muerte

Amén

Tal vez influenciado por el trabajo de Violeta, Víctor se convierte en un gran investigador y recopilador de todo lo que tenga que ver con la historia de la cultura en su país, realizando trabajos en distintas zonas que después volcaba en sus discos.

En 1973, encontrándose en la Universidad Técnica del Estado, deciden con sus compañeros tomar el edificio en protesta contra el levantamiento militar del sangriento Pinochet. Víctor es detenido y trasladado al Estadio Nacional, que hoy lleva su nombre, donde sería torturado hasta su muerte.

Años después. su autopsia diría que antes de asesinarlo a balazos, le quebraron las dos muñecas, esas mismas con las que alzaba su guitarra para llevar la voz de los que no la tenían, porque Víctor era eso, un poeta que escribía y cantaba el dolor y también la alegría de su pueblo.

Dejo aquí un pequeño aporte personal en homenaje a uno de mis preferidos:

44 DISPAROS

Hay una guitarra roja

al pie de la cordillera

la siguen por comunista,

la acusan de guerrillera.

La guitarra está en dos manos

curtidas por el trabajo,

que cuentan sobre los pobres

levantando a los de abajo.

Víctor se llama el infame

dicen los carabineros,

¿cómo atreverse al espanto

de cantarle a los obreros?

En Chile corre la orden

de atrapar a ese tal Jara.

Si fuera fusil la guitarra

quizá otro gallo cantara.

Una tarde lo apresaron

y pisotearon sus manos

por orden del sanguinario

del asesino de hermanos.

En los diarios, titulares:

Al fin cayó el comunista!

cuarenta y cuatro disparos

para callar a un artista.

Sin embargo todo en vano,

todo inútil, sin embargo.

Sin manos y sin guitarra

va el camarada cantando.

Mientras haya un niño en Chile

descalzo y plato vacío,

Víctor Jara irá volviendo

cantando con los vencidos.

(Pablo Stasiuk)

Nos comprometimos desde CENTENARIO a rescatar y reivindicar a los artistas comunistas, no solo por coincidir en la ideología, sino porque sus actitudes frente a la vida y a la muerte, los pone en el lugar de los artistas que el pueblo se merece. Víctor empuñó una guitarra y no hubiera dudado un segundo en hacerlo con un arma si de eso dependiera la suerte de su pueblo. Por fortuna nos quedan sus canciones, su poesía, su música, pero antes que nada nos queda la actitud de un militante totalmente convencido de que uno debe llegar hasta el fondo si quiere cambiar el mundo…tan al fondo que tal vez le cueste la vida.

Revista comunista de análisis y debate