“Todos debemos luchar por una sociedad más justa, sin explotadores ni explotados”

En horas de la mañana de día de hoy, 2 de mayo de 2022, tuvo lugar la última audiencia en el injusto juicio de extradición de Facundo Molares solicitada por el estado terrorista de Colombia. Lamentablemente, la “justicia” al mando del tristemente célebre Otranto, ha dado lugar “parcialmente” al pedido de extradición. Seguiremos la pelea hasta conseguir la libertad de Facundo.

Compartimos las palabras pronunciadas por Facundo y que deberían conmover a cualquiera que, en cualquier lugar del mundo, sienta como propia esta injusticia y comparta la necesidad y la necedad de vivir sin tener precio. ¡A redoblar la lucha! ¡A Facundo liberar, con la lucha popular!

Buenos días señor presidente, buenos días a todos los que están conectados, buenos días a todos los compañeros, a mi familia, buenos días a todos los defensores de derechos humanos, miembros de movimientos políticos, sociales y sindicales que me han acompañado, a todos los compañeros que están en la puerta del Penal acompañando y esperando un fallo favorable, que haga justicia.

Señor juez, señores presentes, solamente hacer unas pequeñas menciones. Desde muy niño he sentido la necesidad de luchar por la justicia. Creo que eso es un imperativo ético y moral que tienen muchos jóvenes. Fui refinando mis convicciones, mis conocimientos y ya en la juventud opté por tomar partido por la lucha por la justicia social, por la igualdad de los seres humanos. Esa lucha que asumí como un imperativo ético en la vida me llevó a tomar decisiones de mucho compromiso. Entre ellas, creo que la más importante que he tomado en mi vida fue vincularme a una lucha en un país hermano, en Colombia, en la cual invertí casi la mitad de mi vida y en la cual aprendí mucho.

Colombia es un país, para los que no lo conocen, de grandes contradicciones sociales. Es un país donde los campesinos, la gente humilde, tiene grandes valores, es un pueblo de mucha nobleza, de mucha hermandad. Y tiene una clase dominante atroz, sólo comparable a la atrocidad de las dictaduras militares en Argentina o en Chile. En los últimos 40 o 50 años han producido 100 mil desaparecidos, 300 mil asesinados, 3 millones de campesinos desplazados de sus tierras, 8 millones de hectáreas de tierras campesinas arrebatadas por los grandes terratenientes del campo.

Esas situaciones de abuso, de atropello, conmovieron mi espíritu y decidí conscientemente aportar, con la modestia, pero con la convicción que siempre he tenido, a una lucha política por un gran cambio de esa sociedad. Fue así que me incorporé a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Una organización que tenía fines políticos muy claros y lo hice con claridad política de lo que estaba haciendo.

En el transcurso del tiempo que estuve ahí desempeñé tareas muy diversas. Fui organizador social, estuve en tareas de arreglos de problemas comunitarios, lo que en Colombia llaman “Comité de Conciliación” en donde se llama a las partes involucradas en un conflicto y un mediador, que en el caso era el trabajo mío, facilitábamos el arreglo de os problemas comunitarios para que no lleguen a situaciones mayores, y desempeñé muchas tareas de ese tipo, políticas, y aprendí mucho.

Aprendí que cuando no se lucha por la justicia social lo que viene es un gran estado de descomposición de la sociedad. Y creo que eso es una experiencia de aplicación universal. Que todos nosotros debemos comprometernos con la lucha por una nueva sociedad, por una sociedad más justa, donde no haya explotadores ni explotados. Por eso creo que el compromiso de toda esta gente que me ha acompañado en estos días del juicio en la puerta del penal, en todas las ciudades del país, en todas las provincias, es un compromiso muy alto, y los valoro y los abrazo muy fraternalmente. A los periodistas, dirigentes de derechos humanos y políticos les expreso mi más grande agradecimiento. Y sé que no lo han hecho solamente por solidaridad conmigo, sino porque son sus convicciones. Y los hombres y mujeres de convicciones actuamos de esa manera: por el hecho de hacer el bien.

 Señor juez, mi incorporación a la lucha en Colombia fue una incorporación política y la reivindico todavía. Creo que era justa. Esa lucha política, por otros medios, es la que todavía continúo ejerciendo en un país como Argentina, que no está en guerra, en la que por lo menos hay otro trato con las luchas sociales, que no siempre es respetuoso, pero que no llega al nivel de barbarie que se desató en Colombia y por lo tanto podemos desarrollar una lucha por un país mejor, en otros términos, por lo menos por el momento.

Hace 30 años que soy militante político. Cuando volví de la confrontación en Colombia decidí volver al antiguo oficio que tenía antes de ir hacia el norte, de reportero, de fotorreportero. Tuve la suerte de ser admitido en dos revistas digitales y fui encomendado a ir a cubrir el golpe de estado en Bolivia a finales del 2019. En esas circunstancias, sacando fotos, parece que siempre hay algún sector al cual le incomoda la verdad y que se sepa la verdad, fui herido, tuve una descompensación renal y terminé en un hospital en estado de coma. Y la sorpresa fue cuando desperté después de 25 días de coma que estaba esposado a la cama y detenido, por un gobierno dictatorial que se había instalado en esos días mientras yo estaba agonizante.

Pasé 13 meses detenido en Bolivia y la lucha del pueblo argentino y amigos, hombres y mujeres de bien del mundo  (por ahí estaba viendo algunos amigos de Barcelona que están entre el público), esos 13 meses con un gran apoyo popular lograron sensibilizar al nuevo gobierno argentino y fui rescatado gracias a una acción de la cancillería y del nuevo presidente Alberto Fernández que envió un avión presidencial a buscarme a Bolivia, remediando, en alguna medida, el abandono en que me tenían en aquellas circunstancias. Volví a la Argentina y vuelvo a mi trabajo. Esa es mi convicción. Vuelvo a mi compromiso con la sociedad argentina, a mi compromiso con el pueblo.

 Con respecto a la situación del pedido de extradición como ya mis abogados y los testigos han demostrado creo que fehacientemente, la Jurisdicción Especial de Paz es el tribunal que debería tomar el caso mío y, si su señoría comunica a la Justicia Especial de Paz la situación, yo estoy dispuesto a hacer lo que la Justicia Especial de Paz establezca. De hecho, estoy anotado en la Jurisdicción Especial de Paz, estoy disponible para lo que ordenen y me someto a esa Jurisdicción Especial para la Paz que es la única que puede remediar los grandes desastres en los que está ese pobre país conmocionado. Por demás, vuelvo a agradecer a todos, y eso tenía yo para manifestar. Muchas gracias.

Facundo Molares

Revista comunista de análisis y debate