Por Alejandro Szwarcman
Estoy afuera de estas elecciones. Decidí no ir a votar mañana. Entiendo que eso no le importa a nadie, es un asunto mío, personal. Pero lo que no es personal, sino más bien transversal, porque nos atraviesa a todos los que vivimos de uno o más trabajos, es el dato que te voy a tirar, a ver si podemos pensar juntos:
Según los propios organismos financieros internacionales, incluido el FMI por supuesto, estiman que la deuda pública de Argentina alcanzará el 93,2% del PBI en 2023. Según los datos oficiales, ya alcanzó los 398.832 millones de dólares en mayo de 2023, lo que representa un 80,93% de su PBI. Promediando, por cada 100 pesos que producimos los argentinos, se destinan 85 para pagarle a los usureros. (Según los acuerdos que vinieron homologando TODOS los gobiernos desde 1983 hasta la fecha). Sin entrar en detalles acerca de su legitimidad o no, una deuda de esas características es impagable, salvo… que nos condenen a vivir con 15 pesos de los 100 que generamos. Resultado = este país viene en una dinámica de caída libre hace rato, ahora, acelerada por una nueva crisis de deuda. Sus consecuencias: pobreza y más pobreza, marginalidad, represión estatal.
Para los que con todo su derecho van a votar mañana digo, y con todo respeto: ¿No sería atinado preguntarse qué es lo que dicen que van a hacer cada uno de sus respectivos candidatos con respecto a esta cuestión por demás trascendental de la realidad argentina?
Digo, ¿está bien soslayar algo que es tan determinante de la suerte – incluso de la vida y de la muerte – de millones y millones de trabajadoras y trabajadores de este país?
Bueno, eso nada más.
En pocas palabras y parafraseando a Nicolás Guillén, «soldado aprende a tirar.»
Si vas a apuntar, que no sea contra tu propio pie.
