La pandemia más peligrosa es el capitalismo

¿Qué sobrevendrá a la crisis del Coronavirus?

Por Leonardo Juárez

Compartimos las respuestas del Director de Centenario respecto a dos preguntas planteadas en un debate publicado anteriormente en este sitio.

  1. ¿Qué consecuencias pensás que pueda acarrear para el capitalismo global esta situación pandémica y post pandémica?
  2. ¿Cómo ves que está repercutiendo social y políticamente y qué pensás acerca de las consecuencias que pueda tener en Argentina y en el resto de la región?

 

1. “Entiendo que desde el punto de vista político la pandemia del COVID- 19 explicita la interacción de dos crisis: la del capitalismo y la de una alternativa anticapitalista. La crisis de la alternativa fue largamente meneada, como mínimo desde la caída de la URSS y del muro de Berlín. El capitalismo inserto en una crisis de carácter general, habilita una nueva ronda de discusión y de acción en torno a la necesidad y posibilidad de construir un modo de organización de la sociedad que lo suplante. Entonces esta ventana de oportunidad ideológica que se ha abierto nos tiene que predisponer, con mayor coraje, enjundia y autoridad política, a pensar, plantear, debatir y proponer una sociedad alternativa, un nuevo sentido de horizonte para la humanidad,  y desde esas premisas, alzar las banderas del  socialismo y el comunismo como nuestras divisas, en abierto combate contra  la barbarie capitalista.

La crisis de la economía ha develado de manera exponencial,  los innegables y cada vez mayores déficits sanitarios, alimenticios, energéticos, económicos, ambientales, etc,  que padece la población mundial en esta fase de capitalismo global y financiarizado.  Al grave escenario provocado por la crisis sanitaria, se le superponen otros aspectos de una única crisis de carácter civilizatorio. A las derivaciones médicas de la pandemia se le añade una crisis alimentaria (tan sólo en el año 2019 afectó a 113 millones de personas en 53 países, según informó el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas); una crisis energética, por la caída mundial de los precios del petróleo (el pasado 20 de abril cerraba el día con -37,68 dólares el barril, debiendo los productores  pagar para que se llevaran los barriles, resultado de haber superado las capacidades de almacenamiento y por la caída abrupta de la demanda mundial de crudo). Un párrafo aparte merece el crecimiento exponencial de los activos derivados, que colocan en el corazón de los negocios a una gran mafia financiera con núcleo en los bancos y paraísos fiscales.

La crisis alimentaria, energética y financiera, demuestran la importancia de poner en manos de la clase obrera y los sectores populares, estos y otros  resortes claves de la economía, porque es notoria la racionalidad instrumental del orden social burgués,  cuya histórica superación es tarea ineludible del proletariado y su vanguardia, y no de un virus.

La pandemia más peligrosa es el capitalismo, que al mercantilizar todo, la vida, la muerte, la dignidad humana, hace de su decadencia un espectáculo grotesco.”

 

2.“Creo que la tarea de la hora es forjar una fuerza política- intelectual firme, que salga al paso de tanta desviación oportunista. De lo contrario, el camino de la izquierda se verá yendo de error en error, de crisis en crisis, de tragedia en tragedia.

Salir de esta situación requiere en primer lugar entender  el carácter de clase del Estado Moderno. El Estado es el instrumento de consolidación del poder social de una clase, sólo así se puede entender cómo el sistema capitalista ha amarrado y amañado legalmente, banalizado culturalmente y defendido sanguinariamente el orden injusto en que crece día a día la brecha entre nuestra miseria y su lujo escandaloso. No se puede alimentar ningún atisbo de esperanzas que el Estado burgués, con cualquiera de sus patrones de acumulación (oligárquico liberal, keynesiano o neoliberal) resuelva los problemas de las inmensas mayorías de las que vive y a las que somete.

El efecto pandemia aparece mediado por factores ideológicos políticos, como por ejemplo la reciente (y fallida) marcha contra el comunismo. Ahí me parece que están, los que equivocando la mira piensan que la derecha y la ultraderecha política son un fenómeno minoritario, casi de sectas mesiánicas, de museos, cuando en realidad lo que se comprueba es que el anticomunismo y los anticomunistas están en todos los medios masivos de comunicación, en todos los partidos ordenadores del sistema, y principalmente en el gobierno peronista de Alberto Fernández al ser esta la principal fuerza de la gobernabilidad burguesa. Los partidos que conforman la coalición gobernante de manera subordinada, complementan su oportunismo y seguidismo al gobierno con un acendrado sectarismo hacia los luchadores obreros y populares y fuerzas revolucionarias. Estos espacios políticos están condenados a ser menos que un recuerdo lastimoso.

Se constata asimismo, que como en cualquier crisis en donde ven cuestionados sus privilegios, las fuerzas del orden burgués cierran filas “en nombre de la patria”, “de los ciudadanos”, “de los valores occidentales y de los derechos de todos”, que de manera paradójica, se han encargado de violar sistemáticamente.

Esta trágica coyuntura para quienes se debaten entre infectarse o morir de hambre, exige a los revolucionarios la búsqueda de una salida distinta, hacer de la crisis una oportunidad. Teniendo en cuenta que todas  las proyecciones que se hacen sobre la economía no son para nada alentadoras, no lo son a nivel global y por supuesto, mucho menos a nivel regional, en donde el FMI proyecta una caída del PIB del 5% para América Latina en su conjunto, incluida la Argentina. La cuestión, evidentemente no es sólo ésta, sino la manera en la que los gobiernos han asumido la crisis como si se tratara únicamente de un problema fiscal, impulsando irracionales políticas de  austeridad, haciendo pagar al pueblo con recortes, desocupación y sacrificios la fiesta de los sectores agroexportadores, bancos y cómplices políticos, a quienes primero los dejan hacer y luego aceptan que el estado asuma sus deudas, pero no la de millones de familias.

Este cuadro de situación agrava las ya pésimas condiciones de vidas de inmensas  franjas poblacionales y requiere de nosotros una amplia, coordinada y extendida política nacional, de resistencia y organización en torno al derecho a comer, a la salud, al trabajo, que nos permita organizarnos junto al pueblo oprimido, y enfrentar en mejores condiciones las políticas de ajuste neoliberal. Es en este sentido que van dirigidas las iniciativas del Movimiento Rebelión Popular.

Entiendo también que tenemos que superar una tara histórica de la izquierda anticapitalista, que tiene que ver con el desconocimiento acerca del  funcionamiento del capitalismo argentino. Teniendo en cuenta  que su núcleo productivo principal está en la Hidrovía del Paraná y asumiendo que el carácter principal y dirigente en la revolución recae en la clase obrera, que si bien no es necesariamente la más pobre ni mayoritaria, sí en cambio resulta la principal fuerza productiva y por ende, si se constituye en sujeto político, la principal fuerza revolucionaria. Nuestra tarea estratégica esta en desarrollar una política de concentración en este terreno, en construir un centro articulador de la lucha con eje en la clase obrera concentrada en esos núcleos productivos e impulsar con paciencia y perseverancia la unidad de los revolucionarios y organizaciones anticapitalistas, que asuman el imperativo categórico de construir una fuerza de carácter histórico, que no ha existido nunca en la Argentina, (aunque haya sido el desvelo de muchas generaciones de revolucionarios), y nos permita enfrentar con perspectivas de éxito al  capitalismo.”

Revista comunista de análisis y debate