Por Padre Camilo
¿A qué juego juega nuestro mundillo político local? En la Argentina actual el juego más popular en la alta política ya no es ‘el Gran Bonete’ (¿usted lo tiene?, yo no, pues entonces ¿quién lo tiene?).
Ésta era del ajuste militarizado cambiemita trajo, entre otras transformaciones, un cambio de juego. Efectivamente, sea por motivos de especulación electoral (básicamente), cuidar la propia imagen y/o para desmarcarse más o menos ostensiblemente de un gobierno que en lo económico no tiene prácticamente ningún logro que mostrar más allá de la receta harto conocida del ajuste puro y duro algunos de los referentes políticos que tienen o tendrían aspiraciones presidenciables como ser María Eugenia Vidal, Sergio Massa y la mismísima Cristina Fernandez de Kirchner juegan a las escondidas. Un juego riesgoso… porque el resultado no sólo depende de quién decide jugarlo sino de cómo jueguen los otros jugadores, cómo esté configurado el escenario del juego, los tiempos para jugar entre otros factores, incluida la relación de fuerzas respecto de lo más concentrado del actual bloque de poder económico-financiero-judicial-mediático dominante en la Argentina.
Sin embargo, como están ocupados en esconderse y no los veo, no me ocuparé de CFK, Vidal y Massa sino de alguien que, a mi entender, se ha vuelto tan visible en su operatoria política que paradójicamente pareciera que muy pocos alcanzan a notarlo. Si se me permite también jugar un poco con las máscaras y los roles (y lo que muestran o encubren) debo aclarar que no se trata ni del ‘gran Inquisidor’, aunque sus prácticas y su ideología de fondo tengan algunos rasgos compartidos con aquél maquiavélico personaje de Los hermanos Karamazov de Fiodor Dostoievsky; ni estamos en presencia de aquél bondadoso barbero judío que por una providencial confusión sustituye al ‘gran Dictador’ del filme de Charles Chaplin hacia el final de dicha película, aunque mucho de su gestualidad y discurso público sean particularmente atractivos y evoquen valores propios de las causas más justas ligadas a los oprimidos de toda la tierra. Fin del misterio… me estoy refiriendo al Papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio.
Con todo, primeramente es necesario aclarar que el actual Papa Francisco no está con ello llevando a cabo ninguna innovación. A lo largo de la historia del Papado, si tomamos a dicha institución como actor político consciente de sí y con anclaje territorial propio debiéramos remontarnos a los tiempos de fines del siglo VIII-principios del IX de la era común cuando se estableció la alianza entre el Imperio Carolingio y los Pontífices de aquél entonces y que permitió (re)constituir un (nuevo) bloque de poder en Occidente por primera vez desde la caída del antiguo Imperio Romano. De ahí en adelante quienes ocuparon la Sede de Roma con mayor o menor énfasis, más o menos eficacia siempre hicieron política e intervinieron en la escena mundial o en espacios más acotados regional o localmente. Baste recordar, como meros ejemplos cercanos en el tiempo, el silencio estruendoso de Pío XII ante el nazismo o la beligerante actividad anticomunista en los países de Europa del Este ejercida por Juan Pablo II.
Los fierros (políticos) de Francisco
Pero regresemos al ‘papismo del siglo XXI’. El Papa criollo, para no ser menos que ninguno de sus antecesores, también hace política y ¡cómo! Por supuesto que apela para ello a toda clase de procedimientos diplomáticos públicos y privados – a izquierda y a derecha, tensionando y negociando – pero siempre cuidándose al extremo de no transgredir las normativas y prácticas autorizadas y de uso dada su función pastoral sobre la catolicidad-romana global. Por razones de espacio me voy a limitar a mencionar algunas de las herramientas y protagonistas del dispositivo desplegado por Francisco en nuestro país.
Laudatianos
Ya a mediados de 2016 el Papa lanza un espacio de generación de acciones y pensamiento de signo opositor al gobierno macrista configurado en torno a un puñado de referentes de adscripción genéricamente peronista conocido como “los Laudatianos” o los “Laudatos” (en referencia a la importante encíclica social ‘Laudato si’ que publicó Francisco asumiendo posturas que provienen de la eco-teología latinoamericana cuya figura tal vez más conocida sea el brasileño Leonardo Boff); Eduardo Valdés (ex embajador argentino en el Vaticano); Julián Domínguez, (ex ministro de Agricultura de CFK); Gustavo Vera (referente de La Alameda); Pino Solanas (cineasta y jefe de Proyecto Sur). A ellos suelen sumarse nombres como Felipe Solá, Víctor Santa María, Hernán Patiño Meyer y Daniel Filmus, entre otros.
Multisectorial 21F
En Febrero de 2018 s a partir de una movilización convocada precisamente para el 21 de ese mes se constituye la Multisectorial 21F que engloba a movimientos sociales (la CCC, Barrios de Pie y CTEP; conocidos como ‘los Cayetanos’ por sus marchas los 7 de cada mes (peticionando al popular santo), sectores CGTistas como la Corriente Federal de los Trabajadores y los Camioneros; las CTAs que conducen respectivamente Yasky y Micheli y numerosas otras organizaciones sindicales, sociales, barriales, vecinales y de todo tipo.
En las últimas semanas, los principales referentes de la Multisectorial vienen recorriendo provincias y ciudades realizando asambleas y constituyéndola en cada lugar. Entre otras, ya se constituyó en Córdoba, Bahía Blanca, Tierra del Fuego, Salta, Mar del Plata, Esteban Echeverría, San Fernando, Mendoza, Rosario, Corrientes, La Plata, Partido de la Costa, Escobar, Tucumán, Formosa, Misiones, Chaco, Entre Ríos, Chubut, Neuquén, San Miguel-José C. Paz, La Rioja, San Juan y Jujuy. La Multisectorial 21F marcha a su lanzamiento público mediante un congreso nacional que se realizará el próximo jueves 16 de agosto en la CABA.
El espacio postula un Programa de 21 puntos que puede leerse, en una redacción todavía abierta a la discusión, en el siguiente link:
https://drive.google.com/file/d/1xswED8BpLQY_90R-kpvJJSuZFKLTQzD3/view
Cabe mencionar que Francisco mantiene un muy estrecho vínculo y considerable influencia en los movimientos sociales a través del Secretario General de la CTEP (Central de Trabajadores de la Economía Popular) y fundador del MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos), el abogado, licenciado en ciencias sociales y docente universitario Juan Grabois.
En Marcha
Si bien no directamente vinculado a la iniciativa papal, en Junio pasado se lanzó el Frente ‘En Marcha’ integrado por algunos movimientos sociales, partidos y agrupaciones que van del progresismo – incluidos algunos espacios ex kirchneristas – a la izquierda: Movimiento Evita, Libres del Sur, Partido del Trabajo y del Pueblo, Unidad Popular, Patria Grande-Vamos, Izquierda Popular, Seamos Libres, Vía Campesina-MNCI y Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá).
Este espacio manifiesta interés en participar en una gran interna abierta (PASO) junto a las diversas vertientes del peronismo en pos de una candidatura opositora única al macrismo en 2019. La cercanía de este frente con las ajedrecísticas movidas de Francisco se expresa en los vínculos que cuadros del Evita y de Unidad Popular como Víctor De Gennaro tienen con el Papa y la intencionalidad que expresan sus principales figuras en cuanto a promover la candidatura del antes mencionado Juan Grabois como presidenciable. Algo a lo que Grabois por ahora declina amablemente, pues tiene puestas sus energías en el ingreso de la CTEP a la CGT y la eventual disputa de cargos en su Consejo Directivo.
Instituto Cafiero
Es sabido que desde su juventud este singular personaje que es Francisco ha sido y es peronista. Se inició en la ambigua agrupación Guardia de Hierro. Su interés actual pasa por la restauración de una unidad de máxima amplitud en el peronismo que les permita presentarse en 2019 con una propuesta competitiva a las huestes del General Perón. Claramente, es su gran apuesta. Por eso no debiera extrañar que a fines de Junio último haya saludado con beneplácito la constitución del denominado Instituto Cafiero. Dicho Instituto se propone como “una usina de ideas, formación, planificación y evaluación de políticas públicas con una visión regional e internacional” vinculado a lo que podríamos denominar el “panperonismo”.
Está constituido por unas 17 universidades, institutos y fundaciones: Universidad Isalud, Universidad Nacional Arturo Jauretche, Universidad Nacional de Avellaneda, Universidad Nacional de Hurlingham, Universidad Nacional de José C. Paz, Universidad Nacional de La Rioja, Universidad Nacional de Lanús, Universidad Nacional de las Artes, Universidad Nacional de Moreno, Universidad Nacional de Quilmes, Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Universidad Nacional del Oeste, Universidad Autónoma de Entre Ríos, UMET y la Fundación para la Democracia y la Participación (FUDEPA) de CABA.
El Consejo Directivo del Instituto se encuentra integrado por los rectores de las Universidades: Hugo Andrade (Moreno), Jorge Calzoni (Avellaneda), Ginés González García (ISALUD), Ana Jaramillo (Lanús) y Sandra Torlucci (De las Artes), Juan Castelucci (Tierra del Fuego), Roberto Gallo (Oeste), Jaime Perzcyk (Hurlingham), Federico Thea (José C. Paz), Nicolás Trotta (UMET), Diego Molea (Lomas de Zamora), Carlos Kunkel (en representación de Jauretche) y Mario Cafiero (en representación de FUDEPA).
También cuenta con un Consejo Asesor integrado por diversos referentes políticos, entre ellos Cristina Álvarez Rodríguez, Juliana Di Tullio, Felipe Solá, Daniel Arroyo, Axel Kiciloff, Rodolfo Urtubey, Pino Solanas, Hugo Yasky, Héctor Daer, Víctor Santa María, Gustavo Menéndez, Gabriel Katopodis, Fernando Gray, Martín Insarrualde, Alberto Fernández, Jorge Ferraresi, Claudio Lozano, y Jorge Capitanich.
¿Qué dijo el Papa cuando supo de la iniciativa?: “Me alegro y ojalá que dé sus frutos”, respondió Francisco. “Sobre todo para los jóvenes.” Por otra parte, es de notarse que el principal impulsor de este espacio es Mario Cafiero de la FUDEPA, quien proviene de una familia fervientemente católico-romana.
Elementos gramscianos para una lectura del pontificado de Francisco
Francisco es un Papa cercano, empático casi hasta la vulnerabilidad, despojado de toda pompa y acartonamiento y que se muestra como: político, activista social, ecologista, calificado comunicador y predicador mediático. Se ha posicionado, de oficio, junto con los pobres. Ha lavado los pies de los presos, ha visitado a los indigentes en las calles de Roma, ha denunciado al capitalismo – como nadie que ocupara la cátedra de San Pedro lo haya hecho jamás – en foros internacionales y ha rehabilitado a grandes referentes de la teología de la liberación (Gustavo Gutiérrez, Fernando Cardenal, Leonardo Boff…), hasta el extremo de que la muy educada y burguesa BBC de Londres se preguntaba hace algún tiempo si no estamos en presencia de un Papa comunista.
Bergoglio considera el aborto un crimen abominable, juzga el matrimonio homosexual como una tragedia para la humanidad y, como regla general, prohíbe a los divorciados el sacramento de la comunión aunque les permita volver a la iglesia por una puertecita trasera. En la Iglesia Católico-Romana la mujer permanece discriminada sin acceso al ministerio sacerdotal. La red bancario-financiera del Vaticano permanece cobijada en un hermetismo cuasi mafioso…
Al fin de cuentas, el Papa de los casi 1.300 millones de católico-romanos del mundo ¿es Bergoglio o es Francisco?
Con Francisco – que primero fue Bergoglio – estamos, sin duda, ante una personalidad de gran relieve en muchos sentidos, un actor político de primer orden, una figura carismática que cataliza tensiones, adhesiones, expectativas y esperanzas y las canaliza impulsando una reforma acotada desde la cúpula de la Iglesia con el objetivo de restaurar su posición dominante y recuperar el control de la situación ante los evidentes e inevitables cambios en el escenario internacional y, particularmente, en el “mercado” de las religiones. En términos de Gramsci, sostengo que Bergoglio expresa elementos constatables de un proceso de ‘revolución pasiva’.
Sabemos que una revolución pasiva es un proceso modernizador impulsado desde arriba que recoge sólo parcialmente las demandas de los de abajo y con ello logra garantizar su pasividad, su silencio más bien que su complicidad. Se produce porque se comparte el diagnóstico de que hace falta producir cambios. Es posible cuando el bloque dominante acepta también que las viejas instituciones ya no son suficientes ni adecuadas para mantenerles en el poder, y cuando entiende que han de actuar antes de que otro sujeto tome el control de la situación, a fin de superar las amenazas que se ciernen sobre el status quo vigente. Es decir, la característica crucial de la revolución pasiva es que surge para disputarle la dirección del cambio a las organizaciones del pueblo trabajador.
En un segundo momento, si hay lucidez en el bloque dominante o en sectores del mismo, se comienza a incorporar parte de las demandas de la oposición –salvo aquellas más radicales, que podrían llevar a la superación total del viejo orden – así, se logra dirigir desde arriba la transición y el cambio.
Toda revolución pasiva es la expresión histórica de determinada correlación de fuerzas y, al mismo tiempo, un factor de modificación de la misma. Se trata de una transformación por la cual los poderosos modifican lentamente las relaciones de fuerza para neutralizar a sus enemigos/adversarios de abajo. O sea configura un conjunto de transformaciones objetivas que marcan una discontinuidad significativa con cualquier iniciativa proveniente de las clases subalternas y una estrategia de cambio orientada a garantizar la estabilidad de las relaciones fundamentales de dominación.
Lo anterior no tiene otra pretensión que, como quiso el propio Antonio Gramsci, ofrecer elementos, criterios para interpretar y analizar un hecho histórico concreto, para dar cuenta de un proceso dialéctico que se desarrolla ante nosotros en tiempo real: el pontificado del primer Papa peronista que haya conocido el mundo. ¿Cómo definirlo? De derecha, sí. De izquierda, también. ¿Heterodoxo?, sí. ¿Ortodoxo? También. ¿Contemplativo?, sí. ¿Combativo? También. ¿Retardatario?, sí. ¿Apresurado? … De cualquier manera, con la probable excepción de los recientes escándalos que estallaron en torno a las prácticas pedofilas de sacerdotes y jerarcas eclesiales aquí y allá Francisco ha logrado eludir con razonable fortuna el escrutinio del contenido. Los gestos, las imágenes, la forma lo cubren todo. Como si el cantante fuera más valioso que la canción y ésta que el contenido de lo que se dice en sus letras.
Por lo que cabe concluir que, y esto sin negar los aspectos realmente progresivos de algunos de sus lineamientos teológicos y pastorales, al menos por el momento no hay motivos para que el bloque de clases dominante en el poder global y local se intranquilice: todo lo que haga Francisco se hará en su justa medida y armoniosamente, como recomendaba el General… incluso jugar la carta de la oposición que eventualmente pueda ganar en 2019.